
En estos tiempos en que muchos de nuestros países se debaten en crisis recurrentes de gobernabilidad, debido a una fatal mezcla de ausencia de liderazgo ético y eficiente en los diversos niveles de la estructura del Estado, principalmente en lo que se conoce como el “alto gobierno” (entendido como la forma en que se organiza el poder político en su centro neurálgico, la manera en que se toman las decisiones y se formulan las políticas públicas), tiene sentido preguntarse qué importancia tiene la selección de funcionarios públicos, y cuál es el sistema más adecuado para garantizar que se escoja a los mejores.